Mendoza
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Mendoza Capital General Alvear Godoy Cruz Guaymallén Junín La Paz Las Heras Lavalle Luján de Cuyo Maipú Malargüe Rivadavia San Carlos San Martín San Rafael Santa Rosa Tunuyán TupungatoPublicar Buscar Acerca deSan Martín y la maldita Libertad
Enrique Martínez había sido nombrado uno de los ministros, empecé a temer por el país, pero me consolaba la esperanza que los otros dos ministros (aunque sin conocerlos) pondrían, si ellos sabían respetarse, un dique a los manejos de su colega, pero todas mis esperanzas desaparecieron cuando vi que éstos fueron reemplazados por los doctores Tagle y Ugarteche. Es preciso convenir que hay una cosa que trabaja los nuevos Estados de América (y sobre todo el nuestro) que les impide gozar de los bienes anexos a la tranquilidad y orden; unos la atribuyen a la transición repetentina de la esclavitud a la libertad, otros a que las instituciones no se hallan en armonía ni con la educación que hemos recibido ni con el atraso en que nos hallamos algunos a la desmoralización, consecuencia de una revolución que todo lo ha transformado. No falta quien dé por causa del espíritu belicoso que impone a una Nación una guerrilla dilatada. Todas estas causas pueden sin duda contribuir muy eficazmente, pero en mi pobre opinión, lo que prolonga esta serie de revoluciones es la falta de garantías que tienen los nuevos Gobiernos, es decir, que éstos dependen de 3 o 4 jefes militares a los que con degradación tienen que adular, o la masa del bajo pueblo de la Capital, beleidosa, fácil de dirigir al antojo por 4 demagogos, esto lo comprueban las frecuentes revoluciones militares. Ahora bien, ¿ cuál es el remedio para afirmar estos Gobiernos y al mismo tiempo darles el grado de estabilidad tan necearia al bien de estos habitantes ? Los últimos acontecimientos han decidido el problema y, en mi opinión, de una manera decisiva; voy a demostrarlo: el foco de todas las revoluciones ha sido Buenos Aires, ahí se halla la crema de la anarquía, de los hombres inquietos y viciosos, de los que viven de trastornos porque no teniendo nada que perder todo lo esperan ganar en el desorden; de la preponderancia que mandan 3 o 4 jefes que mandan la Fuerza, los que coaligados deponen o sostienen a su antojo al Gobierno, todos estos medios de discordia que encierra la Capital deben desaparecer y sin que sea necesario derramar una sola gota de sangre. Un par de regimientos de Milicias de la campaña impidiendo, como lo han hecho, que entre una sola vaca en el pueblo tiene a los 15 días que capitular a discreción, a esto se me dirá en este caso que el que mande en la campaña será el verdadero Jefe de Estado. Sin duda, señor Tomás, y yo soy de la opinión visto que 24 años de ensayos no han producido más que calamidades y por la verdad demostrada que el título de un Gobierno no está asignado por la más o menos liberalidad de sus principios, pero sí en la influencia que tiene en la felicidad de los que obedecen, dejémonos de teorías, los hombres no viven de ilusiones sino de hechos, si en lugar de ser libre estoy oprimido. ¡ Libertad ! désela Usted a un niño de 2 años para que juegue con un estuche de navajas de afeitar y Usted me contará los resultados. ¡ Libertad ! Para que todos los hombres honrados se vean atacados por una prensa licenciosa sin que hayan leyes que lo protejan, y si existen, se hacen ilusorias. Libertad, para que si me dedico a cualquier género de industria tenga una revolución que me destruya el trabajo de muchos años y la esperanza fundada de dejar un bocado de pan a mis hijos. Libertad, para que me cargue de contribuciones a fin de pagar los inmensos gastos originados porque a cuatro ambiciosos se les antoja, por vía de especulación, hacer una o más revoluciones. Libertad, para que sacrifique mis hijos en guerras civiles. Libertad, para verme expatriado el día menos pensado sin forma de juicio, y talvez, por una mera divergencia de opiniones. Maldita una y mil veces la tal Libertad, la cuentan una incompleta impunidad y multiplicadas quiebras acaecidas en ésa. Libertad, para mil veces ver ese país con sus fortunas enteramente destruídas y expuesta a una bancarrota y yo prefiero mi ostracismo voluntario que me ha impuesto a los goces de tal libertad. No, señor Tomás, no para el hijo de mi madre el que vaya a presenciarlos hasta tanto vea un Gobierno que, establecido con una mano vigorosa, pueda asegurarme mi tranquilidad y honor. Carta de San Martín a Guido, París 1/2. (1,T19,321-322)Merceditas y Mariano llegan a Buenos Aires
Ya tenemos por acá a la amable Mercedes. Desde el domingo está entre nosotros, dos veces he ido a verla y en ambas ha estado recogida porque la navegación la ha desmedrado un poco. Cuantos la han visto y le han hablado notan la educación cuidada que han recibido y me dan de ella una idea bien honrosa. El joven Balcarce me ha gustado mucho, desnudo del carácter seco de familia, ha tomado los modales suaves y la suceptibilidad necesaria en sus años. Resta solamente que no los deje solos y los venga pronto a acompañar. Carta de Guido a San Martín, Buenos Aires 27/3. (1,T19,323)San Martín y su posible regreso a Mendoza
Mi salud se resiente bastante de mi última enfermedad (cólera), pero tengo gran confianza en recuperarla con los Baños de Aix, en Saboya, que pienso ir a tomar el próximo verano; si como espero mi mejoría se realiza, regresaré a Buenos Aires y de allí a Mendoza en todo el año entrante. Quesada (primo de Prieto) estuvo en ésta diez o doce días y marchó para Madrid pero no sin tener antes un fuerte altercado con el embajador español, él piensa que este incidente, agregado a la franqueza de su carácter que no puede ocultar su simpatía por América, pueda perjudicar el objeto de su viaje. Carta de San Martín a Joaquín Prieto (Presidente de Chile), París 2/4. (1,T19,325)San Martín sigue sin cobrar la deuda por la venta de su chacra Chile en 1819
Si se cobrasen los 24.000$ de Peña (Nicolás Rodriguez), o parte de ellos, ruego a Vd se sirva Vd remitirme a la mayor brevedad 3.000, bien sea en letras o numerario, el resto quedará en poder de Vd hasta mi regreso a Mendoza y si se le incomoda, en el de la persona que crea de su confianza por vía de depósito. Extracto de una carta de San Martín a José Ignacio Zenteno, París 2/4. (4,T9,151-157; ver litigio (más la escritura de 1819) completo con Paulino Campbell, José Manuel Sarratea y Nicolás Rodriguez Peña)San Martín preocupado por Merceditas
Dije a usted, en mi anterior, el matrimonio de mi hija contraído con el joven Balcarce, hijo de nuestro difunto amigo, el general de este nombre, igualmente que de su embarque en el Havre. Aún no tengo noticia de su llegada a Buenos Aires, lo que me tiene con el mayor cuidado, a pesar de que no corresponde tener esta noticia que a fines del entrante mayo. Carta de San Martín a Ohiggins, París 25/4. (4,T9,59)Los aborígenes del sur atacan Mendoza
Actualmente estamos viendo llegar algunas gentes de Mendoza. Se dice vienen del temor de los indios que se les acercan. En los papeles que le tengo remitido hace pocos días, entre ellos va el parte que da el General Ruiz, de haberlos atacado y hecho carnicería; parece, según dicen que la división de este General y la del otro General Aldao; éste iba al mando de la tropa mendocina al sur y el otro con tropas cordobesas y puntanos, y ambos dos se han aparecido a Mendoza sin ningún soldado. Carta de Ramón de Aris a Ohiggins, Santiago de Chile 1/5. (4,T34,225)San Martín regresa a París luego de pasar unos días en Dieppe
El invierno lo he pasado menos mal de lo que debía esperar visto el estado de debilidad en que me encontraba a fines del otoño, 3 o 4 nuevos ataques han desaparecido siguiendo un régimen servero de vida y algunos días de cama, por ellos es que me encuentro con bastantes fuerzas para emprender mi viaje el 8 o el 10 del entrante para los Baños de Aix, en Saboya, que tanto bien mi hicieron el año pasado, y en los que fundo toda mi esperanza de restablecimiento. A mi regreso de los Baños, que creo se verificará a fines de agosto, volveré a escribir a Usted para este tiempo, ya sabré si ha regresado o no a Chile. Carta de San Martín a Ohiggins, París 25/4. (1,T19,326)Merceditas en Buenos Aires
He tenido carta de mis hijos. Llegaron a Buenos Aires con salud cumplida después de un viaje corto y feliz. Si he de juzgar por su carta y las de Guido y el Presidente Balcarce, aquella ciudad se hallaba amenazada de nuevas disensiones. Desgraciado país que la experiencia de la espantosa guerra civil que acaba de sufrir, lejos de moderar sus pasiones y mesquinas ambiciones, han por el contrario tomado más extensión. Carta de San Martín a Ohiggins, Paris 14/9. (4,T9,61; publicada en el epistolario el 13/9)Bibliografía
1) Instituto Nacional Sanmartiniano. Documentos para la Historia del Libertador General San Martín, Tomos (T) 1 al 20.